lunes, 9 de febrero de 2009

Reseña: "Sobre El Estándar y La Norma". José Arroyo Ataz

En este artículo, se nos presenta el tema de la variedad lingüística, dándonos a conocer la existencia de una variedad denominada estándar, en la cual se hace mucho hincapié, y que además es relacionada con una segunda parte que nos habla acerca de la norma lingüística, de la que también resaltaremos algunas características.

En una lengua la existencia de diferentes variedades de la misma, muchas veces puede ser denotado como algo incorrecto, algo “malo”, pero esto no es así. Los humanos, en nuestro proceso de “optimización de herramientas”, llevamos a cabo la modificación y adaptación de nuestra lengua, dando así lugar a diferentes registros, que darán la posibilidad de adaptarse y enfrentarse a las diferentes situaciones sociales y culturales e interacciones comunicativas que se presenten. De esta forma podemos hablar de la inexistencia de lenguas uniformes, sobre todo debido a factores como la extensión de una determinada región, la convivencia con lenguas vecinas, el pasado de la lengua en cuestión, la diferenciación de su uso entre los diferentes estratos sociales… Asimismo podemos destacar otra serie de causas que llevan a la creación de diferentes registros, como pueden ser por el conocimiento que tengamos sobre el destinatario en cuestión, nuestra relación con el mismo, por nuestras experiencias y conocimientos personales… en definitiva factores que dan lugar, como ya se ha dicho, a la heterogeneidad lingüística. Dentro de esa heterogeneidad en la lengua, podemos encontrar diferentes variedades, entre las que destaca la variedad estándar. Esta es básicamente una lengua que se impone en una determinada región, de la que hacen uso individuos que tienen la capacidad de servirse de otras variedades lingüísticas, que es utilizada normalmente en el medio escrito y en relaciones oficiales, que se difunde en la escuela… y que además podemos relacionar con términos como “prestigio, convención o historia”. Del estudio de esta variedad, podemos decir que no resulta atractiva para los interesados en la naturaleza del lenguaje, a pesar de que una de sus etapas de creación, la codificación, es realizada casi exclusivamente por lingüistas, a los que podemos atribuir una serie de propósitos, como la explicación de la competencia lingüística, es decir, las razones por los cuales los hablantes de una determinada lengua encuentran determinados registros como incorrectos o poco apropiados y a otros como correctos o de prestigio; junto con otros propósitos como estudiar las diferentes valoraciones que se dan a dichos registros. A pesar de todo ello, el desinterés por parte de los lingüistas hacia la lengua estándar, del que ya hemos hablado antes, ocasiona problemas tanto en el desarrollo de la lingüística como en el propio desarrollo de los lingüistas, lo que serviría como razón más que suficiente como razón para que este desinterés menguase y diese paso a un mayor estudio del estándar, posibilitando así las facilidades que el uso del mismo otorga.

El estándar es creado, como se ha dicho mediante la selección de una variedad o diferentes variedades, que pueden ser combinadas y tomadas como referencia. Esta variedad o variedades pasan a ser un estándar por razones como las que se han comentado anteriormente, historia, poder, prestigio… que llevan a la designación determinación de una variedad geográfica, social o estilística concreta. En la elección de la variedad dentro de los grupos dados resaltan sobre todo las variedades estilísticas de las elites, así como las variedades utilizadas en ocasiones de cierta formalidad o seriedad, que son los que en mayor número de casos acaban dando lugar a una variedad estándar, quedando así muchas veces exenta del uso de susodicha variedad gran parte de la sociedad. Así, se nos ponen ejemplos de esta realidad en la que no todos, en función de los grupos o niveles socioculturales a los que pertenezcamos, tenemos un acceso fácil al registro cultural del que hemos hablado, siendo así presentado el problema lingüístico español, del que se nos ponen dos ejemplos, la originalidad nominalista, consistiendo en dar a nuestros términos un significado totalmente distinto al de resto de lenguas; y el caticismo, que consiste en dar un significado propio a términos ya existentes. De esta forma la comunicación y el entendimiento entre hispanohablantes, y hablantes de otras lenguas se dificulta, entre otras cosas por las discrepancias terminológicas. Así, vemos como esta serie de fenómenos culturales también se reflejan en la propia definición de lengua estándar, que muchas veces es definida por hispanohablantes como una lengua “general o común”, siendo así igualados los términos de lengua general y lengua estándar, y estableciendo así un significado muy distinto al que se conoce en muchas otras culturas o regiones, y diferente del que hemos dado a conocer anteriormente. De esta forma podemos decir que la lengua estándar no es una lengua general o común, sino que se trata de una lengua restringida, no demasiado expandida ni en grupos sociales ni en los medios de comunicación, con un mayor uso en el medio escrito que en el hablado, que queda fuera del alcance de muchos y usada por unos pocos, lo que debería ser resuelto mediante mejoras en la educación, ya que como se relata posteriormente, esta puede tomar como función la realización de importantes cambios sociales; uso mesurado que puede ser debido a que, tal y como se dice en el artículo, los términos de una determinada ciencia, en este caso la lingüística, no deben ser expandidos en exceso, ya que podría crear así una vejación hacia la propia ciencia en cuestión.

Se defiende asimismo, que el uso y expansión del estándar como lengua de prestigio, representativa, correcta… es necesario para la sociedad, para fortalecer a los distintos individuos que la componen, para favorecer al desarrollo y mejorar el acceso a la educación y así hacer posible el cambio social... Por estas razones el falso concepto de estándar como lengua común y general, debería retirarse para dejar paso al concepto verdadero, al concepto que otorga la capacidad a los lingüistas de llevar a cabo la tarea y funciones sociales y científicas que se les han otorgado y deben cumplir, y que de ningún otro modo, con el concepto de lengua general, podría ser llevado a cabo. De esta manera, podemos decir que el estándar se trata de una lengua ideal, de la que poco importa su creación e implantación en la sociedad, sino que lo importante de esta, es que sea tomada como lengua modelo, que empiece a ser utilizada por el pueblo, para cumplir así con una serie de “razones sociales”, como la de evitar discriminación a causa de los diferentes usos de la lengua, que en ocasiones pueden revelar información como procedencia, ideología, pertenencia a un determinado grupo social… información que puede dar pie a la discriminación de la que hemos hablado. De esta forma la lengua estándar puede actuar como lengua representativa y evitar así posibles distinciones por el uso de otras variantes lingüísticas o dialectos, aunque hay que decir que no siempre el uso de la variante representativa, del estándar, enriquece de igual manera, ya que en ocasiones mantener una determinada variante, puede resultar interesante.

En cuanto a la norma, de la que se habla en la segunda parte del artículo, podemos decir que tal y como se dice en el mismo, se trata de una combinación entre gramaticales y hábitos de uso, sin llegar a tratarse exclusivamente de cada uno de estos campos. De esta forma, podemos destacar una serie de pautas que son determinadas por la norma, como pueden ser las elecciones gráficas, léxicas, morfológicas y sintácticas de una lengua, tratando casos muy dispares, desde casos en los que norma y gramática pueden llegar a fundirse, hasta casos en los que el uso correcto de la norma puede llegar a ponerse en duda. En cuanto a esto, podemos decir que la utilización de la norma puede variar debido sobre todo a la geografía, pertenencia a determinados grupos sociales, nivel cultural… de tal forma que en el artículo, se nos ejemplifica distintos usos o visiones de la norma en función de los parámetros antes dados. Así vemos como la moda de una determinada norma en un determinado grupo social, puede llevar a la estandarización de una variedad lingüística Así vemos como el cumplimiento o no de una norma, bajo una serie de parámetros concretos de los antes comentados, puede llevar, por moda, a la creación de una variedad estándar, dejando claro que no siempre es necesario que las reglas gramaticales sean cumplidas a rajatabla o vistas desde el estricto punto de vista de la lógica, tal y como señalan las palabras de Ignacio Bósque recogidas en el artículo mediante las que transmite la idea de que deberíamos tratar de entender el idioma tal y como se utiliza y no interesarnos tanto en los aspectos normativos del lenguaje. Asimismo en una lengua, también es importante conocer los distintos usos de la norma, ya que uno de los ingredientes para poder vivir cómodamente en sociedad es el del buen conocimiento y uso de las posibles variedades de la lengua, en lo que la norma esta involucrado. Pero a pesar de esto, de las facilidades que el conocimiento de los distintos registros lingüísticos nos pueden proporcionar, el desinterés hacia asuntos de la lengua es patente, y no solo en el castellano, sino también en lenguas como el francés o el inglés, en las que los jóvenes dejan de lado el interés por los recursos lingüísticos recortando así su libertad a la hora de comunicarse, simplificando múltiples posibilidades de respuesta a una única sencilla y perezosa posibilidad, condicionando así sus relaciones sociales, todas ellas razones más que importantes para que en estas lenguas se recupere, o en algunos casos se consiga, el interés en el ámbito lingüístico, de tal forma que el conocimiento de la norma suponga una forma de libertad.

Hay que decir que no siempre se ha tenido este concepto de norma; esta ha sido vista como esencia de la pureza lingüística, mantener sus orígenes sin permitir la intrusión de otras lenguas, por lo que tomaría suma importancia los métodos de creación de neologismos, los cuales permitirían mantener esa pureza lingüística intacta. Esta forma de ver la norma cierra la posibilidad de que se produzcan intercambios entre lenguas, dando a entender tal y como dice el artículo, que “a cualquier lengua debiera estarle vedado lo que practicamos los hablantes de las demás”.

En conclusión, el uso y conocimiento de la lengua estándar, así como el del resto de registros lingüísticos, de la norma, sus diferentes aplicaciones… permiten realizar muchas de las funciones propias del lenguaje, desde el cambio social hasta permitir al hablante gozar de una serie de comodidades y facilidades en el ámbito de la comunicación y las relaciones socioculturales que de muy pocas otras maneras serían posibles de alcanzar, por lo que en definitiva, el desinterés por esta serie de aspectos lingüísticos debería desaparecer, y dejar paso a una sociedad mucho más formada y preparada en este ámbito para optimizar las posibilidades de un desarrollo social, cultural e intelectual de la misma.

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